Congregación de la Inmaculada Niña
El liberalismo mexicano del siglo XIX dejó en el país profundos desequilibrios económicos, estructuras sociales injustas, miseria, hambre, analfabetismo e ignorancia. Parecía que México y el mundo eran para los hombres, poderosos, cultos, ilustrados. La M. Rosario Arrevillaga y el P. Federico Salvador estaban convencidos que también los pobres pueden estar en el mundo y conquistarlo; pero no una conquista para doblegar, sino para construir un mundo mejor. El P. Federico Salvador señaló:
El espíritu de la esclavitud es necesario en el mundo porque el egoísmo es inmenso y la soberbia no tiene dique. La Esclavitud se impone para infundir su espíritu de humildad. A todas partes ha de llegar: a los altos y a los bajos, a lo último y a lo exterior, Dios lo sabe.
Con este espíritu de servicio, entrega y humildad, nuestros padres fundadores concibieron el servicio a la niñez y a la juventud, prefiriendo a los más necesitados quienes requieren de una educación para un mundo menos soberbio, más respetuoso de la vida en todas sus manifestaciones.
Como Esclavas de la Inmaculada Niña queremos perpetuar el Espíritu de Nuestros Fundadores, quienes nos legaron la sencillez y la solidaridad para contribuir en la formación de personas en lo moral y lo intelectual, empleando los medios más oportunos y eficaces, en actitud de renovación permanente y adaptación a las necesidades de las personas, de los lugares y de los tiempos.
Queremos ofrecer en nuestras Instituciones una propuesta educativa válida para la sociedad de hoy, con personas comprometidas con las necesidades del mundo y la trascendencia. En actitud de permanente formación espiritual, cultural y apostólica, renovamos y actualizamos los métodos para realizar nuestra acción educativa respondiendo, desde nuestro carisma, a las exigencias de la Iglesia y del mundo (Constituciones 59).
Fundadores
La Madre Rosario Arrevillaga Escalada nació en la ciudad de México el día 12 de noviembre de 1860. Desde los tres años rezaba el rosario de 15 misterios y amaba a la Santísima Virgen en todas sus advocaciones. En su cumpleaños 19, las madres concepcionistas del Convento de San José de Gracia le regalaron la imagen de la Divina Infantita, la cual la cautivó expresando: “así es como llena mi corazón”. En adelante, se dedicó a rendirle culto, al punto en que le construyó un templo a base de sacrificios. Era una persona incansable en la búsqueda de la voluntad de Dios.
Pronto se despertó en Rosarito la preocupación por la niñez abandonada; es decir, luego que ella se había consagrado en cuerpo y alma a proporcionarle una Casa a la Divina Infantita, ésta le hizo comprender que su amor por Ella no debía terminar en el culto a su imagen, sino en la preocupación por quienes son su verdadero reflejo: las niñas y niños desvalidos, marginados y abandonados.
El P. Federico Salvador y Ramón nació en Almería, España el 9 de marzo de 1867; fue ordenado Sacerdote el 20 de diciembre de 1890 e ingresó con los Operarios Diocesanos en 1896 y fue enviado a México como misionero el 25 de diciembre de 1898. Dio impulso a la Adoración nocturna en el templo de San Felipe de Jesús, en la ciudad de México, donde conoció a la Señorita Rosario Arrevillaga.
Inicio de la Congregación
La veneración a la Inmaculada Niña en México fue difundida por la Srita. Rosario Arrevillaga, quien encontró en ella la inspiración para servir. La devoción se extendió en sus alrededores y llego a oídas de grandes personalidades en la Ciudad de México y, en gratitud por los favores recibidos, se logró poner la primera piedra en el templo para la Inmaculada Niña. No fue una labor sencilla, la falta de dinero mantuvo en permanente riesgo la obra.
Aconsejada por sus amigas y la familia Escandón, la Srita. Rosario pidió ayuda espiritual al Padre Federico Salvador, quien reconoció el gran espíritu y devoción hacia la Virgen Niña. El día que el Padre Federico fue a conocer la imagen quedó impactado por la sencillez y ternura de su altar. En este tiempo, Rosario tenía el apoyo de 15 señoritas con la misma devoción hacia la Virgen Niña.
Sin embargo, el Templo era sólo el inicio. Rosarito, en su continuo peregrinar por las calles en busca de limosnas para la construcción del Templo, había visto a muchas niñas y niños abandonados, a causa de la orfandad o de la pobreza de sus padres. Un día contempló a la vera misma de su puerta a unas niñas medio dormidas de inanición y se percató de que el mejor modo de honrar a María en su Infancia, era actuar en favor de la niñez.
P. Federico y Rosarito fundaron el primer Asilo de la Divina Infantita: el 15 de noviembre de 1900 recibieron a la primera niña. Tres meses después, se fundó la Congregación Esclavas de la Inmaculada Niña. Tres años más tarde, el 29 de agosto de 1903, se bendijo el Templo y, al día siguiente, el 30 de agosto fue trasladada la imagen de la Inmaculada Niña, a su Templo ya terminado.
Cuando ya Rosarito había profesado y tenía tres asilos: Tacubaya, Coyoacán, y el Templo, entendió que la finalidad de la Congregación tenía el desafío de dar cobijo y educar a la niñez y juventud en los principios cristianos. La Madre Fundadora tomó a su cargo las clases de moral y de educación en la fe en los Asilos.
Producto de las políticas del gobierno de Calles se perdió el Templo, pero las hermanas continuaron con su misión. El 1 de mayo de 1963, la Congregación Religiosas Esclavas de la Inmaculada Niña recibió la aprobación Pontificia y el Decreto de Alabanza otorgados por S.S. el Papa Juan XXIII.
Actualmente continúa la Misión Evangelizadora de Cristo en la Iglesia, según el Carisma que recibieron de Dios, el P. Federico Salvador Ramón y la M. Rosario Arrevillaga Escalada, impulsando la promoción humana y la formación integral, moral y cristiana en Centros de Enseñanza y lugares de Misión en diferentes países.
Presencia de la Congregación EIN en el Mundo
Desde su fundación las EIN han dedicado su vida a la atención de la niñez desvalida. Primero fue el Templo de la Divina Infantita en la ciudad de México, sus puertas se abrieron al culto y para atender a los niños y niñas en situación de orfandad o abandono. Pronto se fundaron en México otros asilos, aliviándole no sólo las necesidades inmediatas, sino proporcionándoles una formación humana y religiosa para facilitarles afrontar cualquier situación que se les presentase en la vida.
Las profesoras que impartían las clases tenían el título oficial de Maestras, conforme a las disposiciones oficiales; unas eran Religiosas y otras seglares contratadas y retribuidas por su trabajo con recursos de la Congregación. La formación que ofrecían contemplaba tanto los programas educativos oficiales, como la enseñanza religiosa y las bellas artes.
La Congregación creció y llegaron las primeras religiosas a Granada en 1908 donde fueron recibidas por el P. Federico y fundaron un pequeño asilo para niñas pobres. En 1911 se trasladaron a Almería para fundar un colegio en Huécija, pero será hasta 1915 cuando se funde el colegio-internado de primera y segunda enseñanza en Guadix. Este Colegio acogía aproximadamente a 80 alumnos internos, medio pensionistas, permanentes y externos. A los pocos años el Obispo puso a su cargo un colegio para niños pobres que costeaba la diócesis.
A partir de entonces la Congregación se expandió por otras provincias españolas y por América Latina (Nicaragua, Costa Rica, Argentina, Brasil), Estados Unidos, Italia y Marruecos.
En México, la Congregación tiene presencia en seis estados: la ciudad de México, Oaxaca, Querétaro, Guanajuato, Michoacán y Guerrero tanto con escuelas como con casas como lugares de misión.